martes, 25 de noviembre de 2014

Matter of Life I

Si uno le busca la vuelta hay explicación a todos nuestros actos.
Es cuestión de conocerse, aceptarse y enfrentar la realidad.

Con el tiempo uno empieza a conocerse, aunque aprendamos de nosotros mismos todo el tiempo. Para conocerse basta con encontrar el patrón de acción durante el tiempo. Como si se tratase de una materia exacta en donde, justamente, no existen números ni verdades absolutas. Que contradictorio, hasta podría ser demagogo.

Uno debe ser capaz de aceptarse, y es parte del aprendizaje que obtengamos acerca de nosotros mismos.
Uno enfrenta la realidad, le lleva más o menos tiempo, es imposible serle esquiva por tiempo indeterminado.

Hay que darle vueltas y vueltas, por arriba, por abajo, por izquierda por derecha.
X planos, Y dimensiones, llevar las cuestiones más intrínsecas del interior hacia lo inimaginable y así obtener la mayor información posible. Sin embargo todo este juego no determina nada de lo que pueda suceder de ahora en más. Es el precio que hay que pagar para ser mejores seres, más humanos, con defectos e íntegros.

No concibo la felicidad sin el cuestionamiento, para mi no existe la vida sin el cuestionamiento, sobretodo hacia uno mismo. Vivimos en una sociedad donde el cuestionamiento está mal visto, la rebeldía está mal vista, la transgresión está desvirtuada. Se critica el concepto y no la forma, el cómo de las cosas.

Te llevan por el camino de la perversión que brinda la linealidad  de la convencionalidad y conformismo.

¿Cómo podés responderme que sos feliz si nunca te cuestionaste nada? ¿con qué descaro uno afirma eso si nunca salió de la burbuja y pudo ver más allá de sus narices?

Montag, Mersault, etc, encontraremos muchos personajes desprovistos de esencia, de alma, dirán algunos. Algunos la encuentran, la mayoría no.

Y hago mucha fuerza para no perderme en este mar manso de agua sucia, que chupa con mucha fuerza y te quiere llevar al medio del océano, donde no conozco a nadie que haya podido volver a la orilla.

No quiero pensar y se me terminó la espontaneidad.
Se publica como está, cada uno puede seguirlo como se le ocurra. Agregá tu plano y dimensión y decime que encontraste.


martes, 18 de noviembre de 2014

Abismo entre el pensamiento y la escritura

Fragmento de: Invención de la Soledad - Paul Auster

Cuando comencé, pensé que todo llegaría de forma espontánea, en un torrente, como si estuviera en trance. Mi necesidad de escribir era tan grande que creí que la historia se escribiría sola. Pero hasta ahora las palabras han llegado con mucha lentitud. Incluso en los mejores días, no he podido escribir más de una o dos páginas. Tengo la sensación de que estoy sometido o condenado a un estado mental que no me permite concentrarme en lo que hago. Una y otra vez he visto cómo mis pensamientos se
desviaban de la idea que tenía enfrente. Tan pronto como pienso una cosa, ésta evoca a otra y esta última a otra más, hasta alcanzar una acumulación tan grande de detalles que tengo la sensación de que me van a ahogar. Nunca antes había sido tan consciente del abismo entre el pensamiento y la escritura. En efecto, durante estos últimos días, he comenzado a sentir que la historia que intento contar es de algún modo incompatible con el lenguaje, y que su resistencia a las palabras es proporcional al grado de aproximación a lo importante, de modo que cuando llegue el momento de expresar lo fundamental (suponiendo que eso exista), no seré capaz de hacerlo.

lunes, 10 de noviembre de 2014

Acerca de la abstracción

Si hay algo que me fascina es la abstracción mental.

No comprendo (y tampoco me preocupo mucho por entenderlo), disfruto mucho de aquellas personas que tienen la capacidad de abstraerte de tiempo, espacio y lugar. Claro, me refiero a no prestar atención a la hora, al día, la lugar o al destino.

Estos momentos resultan ser los que más me llenan, además, estos momentos son en los que me encuentro más en armonía conmigo mismo y más en sincronía con la/s otra persona/s, siento que entendiera el significado de la vida, como si un ente superior me dijera "si nene, de esto se trata, viste?"

Generalmente resultan ser cosas simples, no son grandes hazañas, ni momentos que resulten extraordinarios, pero esa abstracción que lo rodea lo hace único e irrepetible.

Ahora mismo me acuerdo del año pasado, no recuerdo que día era, tampoco la hora, el lugar sí: era Mar de Ajo en las vacaciones. Sería tardecita porque la playa estaba casi vacía, esperamos a que se vaciará para poder jugar al fútbol, toda gente grande y adulta jugando al fútbol como nenes chapoteando en el agua, compitiendo, insultando, riendo, gritando, éramos 7 y solo uno de ellos es amigo mío pero ese momento para mí fue único, no sé cuánto duró, pero lo que duró fue algo increíble, y hubo unanimidad, estábamos todos excitados por el momento que acabábamos de presenciar.

Me gusta esta sensación y sobretodo en la mujer, aquella que tiene el poder de sacarte la cabeza del cuerpo, ponértela en otro plano o dimensión y hacerte navegar en la inmensidad del limbo. Es que a veces uno transita los pasillos de este laberinto tratando de encontrar la salida, y a veces no, a veces está bueno encontrar un recoveco nuevo y a veces de tanto caminar y recorrer está bueno ir para donde lo lleva el viento.

Puede que sea la desesperanza de no encontrar la salida, de no salir jamás, entonces uno empieza a conformarse con la felicidad que le propone el laberinto mismo, porque el laberinto puede ser cerrado y limitado pero es un lugar iluminado.

miércoles, 5 de noviembre de 2014

El laberinto

Fragmento sacado de "El Laberinto" de Henry Saiz, no tiene desperdicio:

La única forma de disfrutar un laberinto es elegir el camino incorrecto. 

Dar con la ruta adecuada en el primer intento impide que descubramos sus rincones ocultos, nos priva de conocerlo en su totalidad. La experiencia se vuelve más trascendente cuando hemos errado una y otra vez hasta que encontramos la salida o incluso si jamás la encontramos. 
Un buen ejemplo de este tipo de laberintos, aquellos que nos despistan con senderos que no llevan a ninguna parte, son los laberintos ingleses de setos. Siglos atrás, los enamorados se citaban en sus rincones más inhóspitos para ocultarse a los ojos de los demás. 
Perderse no es necesariamente malo. 
A veces la música tiene la apariencia de un laberinto sin salida, un lugar en el que el propio recorrido es la recompensa y donde no es necesario encontrar respuestas.
La única meta es perderse, encontrar sus tramos ignorados, los que menos se transitan. 
La analogía no tiene fin: En las pirámides del antiguo Egipto, solo tras descifrar un laberinto se conseguía llegar a las tumbas que contenían las riquezas del enterrado. Dédalo fue encerrado junto a su hijo Ícaro en el laberinto que él mismo diseñó. 
Música y laberintos, dos artefactos creados por el ser humano para confundir e iluminar. Y para recrear -una y otra vez- el placer de perderse.

lunes, 3 de noviembre de 2014

W. H. Auden - El Laberinto

De forma increíble doy con este poema, considero adecuado compartirlo:

El laberinto

               Antropos apteros pasó varios días
               silbando en el oscuro laberinto,
               confiando alegremente su salida
               a su temperamento y a su instinto.
               La centésima vez que vio un arbusto
               que cien veces pensaba haber pasado,
               en la confluencia de cuatro senderos,
               reconoció al fin que se había extraviado. 


“¿Dónde estoy? a menos de que tenga una respuesta,
dice la metafísica, una pregunta no puede ser propuesta,
por lo que asumo
que a este laberinto lo ha planeado alguno.

Si el pensamiento del teólogo es correcto
un plan implica la idea de un arquitecto:
un laberinto creado por Dios sería sin duda
un preciso universo en miniatura.

¿Serían los datos de la percepción,
en ese caso, válida comprobación?
¿Qué del universo que domino me puede decir
cuál es la dirección que debo seguir?

Lo que sugeriría el matemático
sería una línea recta: lo más práctico.
Pero izquierda y derecha en alternancia
es algo, con la historia, más en consonancia.

La estética en contraste cree que todo el arte
intenta el corazón gratificarte:
si rechazo disciplinas como ésta...
¿seguiré el camino, entonces, que mejor me parezca?

Sólo es verdadero este razonamiento
si se acepta el clásico discernimiento,
cosa que resulta imposible de asegurar
si al introvertido hemos de escuchar

ya que su absoluta presuposición
es que el hombre crea su propia condición:
este meandro no fue creado por la divinidad
y más bien es reflejo de mi culpabilidad.

Su centro, que no puedo hacer presente,
es conocido para mi inconsciente;
no tengo pues por qué desesperar:
en él he estado siempre con sólo así pensar.

El problema es cómo decir no quiero;
los que están quietos se mueven más ligero;
mientras no acepte que estoy perdido
porque yo quiero estarlo, estoy perdido.

Si eso fracasa, quizá yo debería
hacer lo que los educadores harían:
contentarme con la conclusión
ya que, en teoría, no existe solución.

Toda declaración sobre lo que yo siento,
como estoy perdido, es falsa al cien por ciento:
termina mi sabiduría donde había empezado:
cualquier barda es más alta que un humano.”

               Antropo apteros, vacilante,
               confuso ¿hacia atrás? ¿hacia adelante?
               mirando hacia arriba deseó ser el ave
               a la que estas dudas
               debían parecer poco menos que absurdas.